En mi viaje de 50 días por Asia, pasé día y medio en Nueva Delhi (India), como escala de un vuelo entre Katmandú y Kuala Lumpur. Está claro que en un periodo tan breve, uno no se puede hacer ni la más mínima idea de lo que es la India, bueno... ni realmente de lo que es su capital, aunque no hace falta demasiado tiempo para darse cuenta que en Delhi hay mierda para parar un tren y que los indios son más cansinos que un comentario de Valdano. Pero como el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, no se me ocurrió otra cosa que proponer a Merce un viaje a la India. A pesar de lo mal que le había hablado de mi corta experiencia religiosa con los indios, no dudó en aceptar, y es que uno de sus sueños era visitar el Taj Mahal. Esta vez tan solo disponíamos de dos semanas, un tiempo insignificante para este inmenso país, así que decidimos viajar por la Provincia de Ladakh, en el Himalaya, y visitar Agra para ver el Taj Mahal. También pasaríamos por Nueva Delhi, al ser la ciudad de entrada y salida del país.
Volamos con Emirates. La compañía es una de las más valoradas del mundo pero para ser la primera vez que volábamos con ellos, tuvimos una hora de retraso en la escala de Dubai.
Clase turista en Emirates
Llegamos sobre las 11:00 de la mañana al aeropuerto de Nueva Delhi y nos dirigimos directamente al mostrador de los taxis prepago, (algo tenía que tener de bueno mi experiencia anterior). Dices tu destino en el mostrador, pagas 400 rupias, unos 5€, te dan unos tickets y solo tienes que salir a la calle y dirigirte a la segunda fila de taxis negros y amarillos. (400 rupias es el precio para ir al barrio de Paharganj).
Aunque creas ser un "experimentado viajero", la India es otro mundo y te puede llegar a desesperar, hay que tener mucha paciencia, sobre todo los primeros instantes hasta que te haces un poco con el país. Por supuesto estoy hablando siempre de viajeros independientes, supongo que en un viaje organizado la experiencia sería distinta, para la bueno y para lo malo. Sé de gente que solo ha permanecido un par de días en la India y en cuanto ha podido ha cambiado su billete para regresar lo antes posible a su país o cambiar de destino.
Los típicos rickshaw de Nueva Delhi
Ya no me quejo más de las alforjas de mi bici
En Nueva Delhi nos quedamos una noche en el hotel Cabana Paharganj. por 1000 rupias, unos 13€. Está bastante bien y limpio.
Paharganj es el barrio donde se encuentran los hoteles y hostales para "mochileros" en Nueva Delhi y allí solemos acabar los guiris con bajo presupuesto que llegamos a la ciudad. Realmente no llega a ser un "gueto" turístico, ya que el ambiente que se ve en las calles es bastante variado y la mierda acumulada no es diferente a la de otros lugares de la ciudad. Puedes encontrar un bar estilo occidental, justo al lado, unos indios afeitándose en una barbería con sillones de hace medio siglo, un cicloricksaw que lleva a los niños al colegio y una vaca empujando un carro.
Esto no es un pueblo de la India, es pleno centro de su capital
Después de acomodarnos en el hotel, tomar una merecida ducha y comer algo, nos dirigimos a hacer un poco de turisteo. Fuimos a visitar Jama Masjid, la mezquita más grande de la India; yo ya la conocía de mi anterior viaje y se la quería mostrar a Merce. La entrada a la mezquita es libre, pero tienes que pagar por la cámara de fotos, también hay que descalzarse y dejar el calzado en la entrada, nosotros como ya lo sabíamos dejamos espacio en la mochila para llevarlo con nosotros y no tener sorpresas. Las mujeres tienen que ponerse un blusón que te proporcionan gratuitamente en la entrada.
En la entrada a la Jamad Masjid
Jama Masjid
Jama Masjid
Jama Masjid
Jama Masjid es la mezquita más grande de la India y nos sorprendió la poca cantidad de turistas que encontramos allí esa tarde, no se si se debe a que los viajes organizados la visitan por las mañanas. Lo que si había era gran cantidad de indios, y para muchos de ellos la mayor atracción del lugar no era la mezquita, sino nosotros. Algunos son tímidos y te hacen fotos "robadas", si te das la vuelta de repente, pillas a alguno haciéndote una foto con el movil. Otros se van acercando poco a poco hasta que le echan valor y piden hacerse una foto con nosotros, bueno...piden hacersela con Merce.
Como te hagas una foto con una niña
Acuden todas las amigas
Y otra
Jama Masjid
A la salida de la mezquita nos internamos en las callejuelas del Old Delhí donde sufrimos el mayor atasco peatonal de nuestras vidas. Hubo un momento en que nos encontramos encajonados entre personas, cicloricksaws y motocicletas, sin poder avanzar ni retroceder un paso.
Aquí ya habíamos salido del atasco.
Cableado indio
Cenando con vistas al Main Bazar de Paharganj
DIA 2. VOLANDO HACIA LOS HIMALAYAS
Nos levantamos bien temprano para dirigirnos de nuevo al Aeropuerto Internacional Indira Ghandi de Nueva Delhi. A las seis de la mañana mucha gente ya está en movimiento, y es que Nueva Delhi es una ciudad tan poblada que nunca duerme. Aún no tenemos claro cuantos habitantes hay en esta ciudad, algunos dicen que 12 millones y otros hasta 20, nada... pequeñas diferencias. En todo caso la super población es patente en sus calles, mucho más que en ciudades de igual o mayor número de habitantes. Junto a la autopista que va hacia al aeropuerto podemos ver a muchas familias que duermen en plena calle, con casas construidas de plásticos ocupando las aceras, e incluso personas durmiendo en la mediana de la autopista.
Al llegar al aeropuerto pagamos al taxista y cuando vamos hacia la entrada de la terminal, vemos como da un salto y una rata le pasa por debajo de los pies. A Merce le dió la sensación de que la rata salió del interior del taxi, yo prefiero pensar que venía de fuera; se me ponen los pelos como escarpias de tan solo imaginar que la rata hubiera viajado con nosotros en el interior del taxi.... puajjjj!!!
Después de unas horas de espera en el moderno aeropuerto de Delhi, que poco tiene que ver con las sucias calles de la ciudad, volamos hasta Leh, un pueblo enclavado en el Himalaya indio, en la región de Ladakh. Esta región es también conocida como el pequeño Tibet, y es que la mayoría de sus pobladores son de rasgos tibetanos. Algunos viajeros que conocen el Tibet chino, comentan que Ladakh se mantiene más auténtico.
Volando sobre la cordillera del Himalaya
Llegando a Leh
No teníamos reservado alojamiento en Leh, pero si vista alguna guesthouse por internet, la mayoría de las veces los comentarios de Tripadvisor no fallan.
Llegamos a Sia-La Guest House, buena habitación por 1200 rupias, unos 15€. Dueños encantadores, serviciales y amables. No intentan venderte excursiones o trekkings, a no ser que les preguntes. La dueña se extrañó bastante de que no tuvieramos reserva, al parecer el pueblo estaba bastante ocupado en estas fechas. Nos dijo que de casualidad tenía una habitación libre y que podía alojarnos por tan solo una noche, que al día siguiente tendríamos que buscar otro lugar.
Huerto de la guesthouse
La dueña de la guesthouse nos invitó a té y mientras lo tomábamos nos recomendó que el primer día no hiciéramos muchos esfuerzos y que nos limitáramos a pasear tranquilamente por el pueblo y a descansar. Leh se encuentra a 3.500 metros de altitud, desde el primer momento sentimos la altura, nos dolía un poco la cabeza y aún caminando tranquilamente había momentos en que nos faltaba la respiración.
En Leh la mayoría de la gente es de origen tibetano y practican el budismo, son muy diferentes en sus rasgos a los indios. También hay muchos indios, pero estos suelen practicar el hinduismo y el islam. En la ciudad hay al menos dos mezquitas y aunque la mayoría de la población no es musulmana, tienen que aguantar que los despierten todos los días a las 05:00 de mañana con sus rezos, menos mal que nuestra guestouse se encontraba alejada de los altavoces de las mezquitas.
Las calles de Leh son limpias en comparación con Nueva Delhi y otros lugares de la India que visitamos más tarde. La gente es mucho más tranquila y no te suelen agobiar vendiéndote cosas ni intentan engañarte, es un paraiso de tranquilidad dentro del país.
Paseando por Leh. El primer día nos fuimos adaptando a la altura
Artesanales pero efectivos
Aquí comimos, con vistas al Palacio Real de Leh
DIA 3. MONASTERIO DE HEMIS, MONASTERIO THIKSEY, PALACIO DE SHEY, PALACIO REAL DE LEH Y SHANTI ESTUPA.
Nos levantamos con la idea de cambiar de alojamiento pero la dueña nos dijo que podíamos quedarnos una noche más, al parecer alguna reserva se había cancelado. El desayuno no estaba incluido en el precio de la habitación pero por tan solo 150 rupias, menos de 2€, desayunamos los dos. Té, chapati (pan indio), mermelada y tortillas. Aunque todavía no estábamos adaptados a la altura, ya no nos dolía la cabeza y podíamos caminar sin cansarnos tanto como el primer día.
Desayunando en Sia-La Guest House
Vinimos a Ladakh sin planear demasiado lo que queríamos hacer y fue un acierto. El día se levantó nuboso y algo frio, y aunque teniamos la idea de hacer un trekking de 3 días, ni llegamos a preguntar en las agencias del pueblo. La otra opción era visitar los monasterios y palacios tibetanos del Valle de Ladakh. Desde la guesthouse llamaron a un taxista que se presentó al instante. Lo mejor es que no tienes que estar regateando precios, en Leh tienen una lista oficial de tarifas con precios bastante ajustados, tu dices donde quieres ir y en la lista tienes el precio. Nosotros elegimos visitar los Monasterios de Hemis y Thiksey, el palacio de Shey, Palacio Real de Leh y la Shanti Estupa y aunque no recuerdo exactamente el precio, creo que nos costó 1000 o 1200 rupias, entre 12 o 15 euros por unas seis horas de paseo.
Primero fuimos al lugar más lejano, al Monasterio de Hemis, a unos 40 Kms de Leh. Para llegar hasta allí atravesamos el valle por donde discurre el río Indo. El paisaje es árido pero con montañas espectaculares. Poco a poco abandonamos la ciudad y fuimos encontrado gran cantidad de destacamentos militares. Toda esta zona está muy militarizada por el conflicto entre India y Pakistan por el territorio de Cachemira. Cachemira pertenece a la India, pero la mayoría de su población es musulmana y Pakistán reclama el territorio como suyo, vamos... lo de siempre.
El Monasterio de Hemis se encuentra situado en un lugar privilegiado. Para llegar hasta él vamos ascendiendo por una carretera encajonada entre montañas y de repente aparece ante nosotros. Fue el primero que visitamos y el que más nos gustó de todo el viaje. Si buscais "Monasterio de Hemis" en google os encontrareis algunas teorías sobre que Jesucristo pasó aqui su juventud y otras pajas mentales.
Monasterio de Hemis
Monasterio de Hemis
No había casi turistas en el momento que nosotros lo visitamos
Merce con el Paquirrín de Ladakh
Una de las salas del interior del monasterio
Los monjes hacen su vida normal mientras que lo visitamos
El siguiente lugar al que nos dirigimos fue el Monasterio de Thiksey, el más grandioso de la zona, realmente es como un pequeño pueblo.
Monasterio de Thiksey con cierto parecido al de Potala en el Tibet
Rueda de oración
Monasterio de Thiksey
Vistas sobre el valle del río Indo
Otra panorámica desde Thiksey
Thiksey
Picos del Himalaya
Templo de Maitreya en el interior de Thiksey
Templo de Maitreya en Thiksey
Volviendo hacia Leh visitamos el Palacio y Monasterio de Shey, que es menos espectacular que los anteriores pero tiene unas vistas grandiosas sobre el valle.
Subiendo hasta el Palacio de Shey
Shey
Regresamos a Leh y fuimos a visitar el Palacio Real que domina el pueblo desde las alturas. Su estado es de abandono pero las vistas del pueblo y parte del valle son impresionantes. Para finalizar subimos hasta la Shanti Estupa, pero como repetimos la visita unos días más tarde, ya ponemos esas fotos que salieron mejor.
Leh desde el Palacio Real.
Esta es la furgoneta y el taxista con el que estuvimos todo el día de visitas por unos 12€ o 15€, y luego dicen que es caro viajar
DIA 4. TENEMOS UN PROBLEMA
Leh es una ciudad relativamente turística, no es que sea Benidorm pero es utilizada como base de variadas rutas de trekking para todos los niveles, desde paseos de dos o tres días para andarines sin muchas aspiraciones, hasta expediciones más serias de 15 o 20 días. También se puede hacer rafting, excursiones a caballo, en bici, o cualquier actividad de montaña. Nosotros lo del trekking lo descartamos casi desde el principio, más que nada por falta de tiempo, menos mal que esta vez acertamos en nuestra decisión.
Esa mañana nos levantamos bastante tarde, la noche había sido muy lluviosa y por la mañana aún caían unas gotas, lo que nos hizo remolonear en la cama. Al parecer en otras zonas de Jammu y Cachemira, que es el Estado donde nos encontrábamos, las lluvias habían sido torrenciales, pero no fue hasta más tarde que conocimos lo sucedido.
Como los días anteriores, preguntamos a la dueña de la guesthouse si teníamos que buscar otro alojamiento. Nos dijo que no había problema, que a causa de las tormentas y la niebla se habían anulados varios vuelos, que por vía aerea nadie podía entrar ni salir de la región de Ladakh.
Dedicamos el día a pasear sin rumbo fijo por Leh, y es que cada vez nos vamos tomando los viajes con más tranquilidad. Dimos una vuelta por la zona antigua de la ciudad donde se encuentran los comercios locales, fuera del area de las agencias de trekkings y los bares de guiris, donde nosotros nos alojábamos. Disfrutamos mucho de perdernos por estas calles.
Leh
Avenida principal de Leh
Avenida principal de Leh, se encuentra en obras. El edificio blanco es la mezquita.
Al fondo el Palacio Real.
Paseando por el casco viejo
Nos adentramos por estrechas callejuelas de la zona antigua de la ciudad, retrocediendo de repente unos cuantos siglos, y es que en esta parte de Leh abundan los comercios tradicionales, incluso hay una calle donde se agrupan todas las panaderías, tal como podríamos imaginar los gremios en la Edad Media europea.
Al regresar al hotel nos enteramos de que a causa de las lluvias de la pasada noche se habían producido graves inundaciones en la zona y que las carreteras de salida de la provincia de Ladakh estaban cortadas. Hay dos carreteras para abandonar la región, una que se dirige hacia el sur, hacia Manali, y la otra hasta la ciudad de Srinagar, en plena Cachemira. Nosotros teníamos reservado un vuelo unos días más tarde desde Srinagar a Nueva Delhi, así que en principio la idea era llegar hasta Srinagar por carretera y desde allí volar. La dueña de la guesthouse nos intentó tranquilizar, nos comentó que era habitual que esas carreteras se cerraran por desprendimientos, que en uno, o máximo dos días, se volverían a abrir. Por la noche vimos las noticias en televisión y las imágenes nos dejaron atónitos. AQUÍ, podeis leer lo que se publicó en la prensa aquellos días. El asunto no era de broma, habían muerto unas 200 personas en Srinagar. Los dueños de la guesthouse ya no tenían tan claro cuando se reabrirían las carreteras y aunque a nosotros aún nos quedaban unos días para marcharnos, la opción de ir hacia Srinagar por carretera estaba practicamente descartada. Las otra opción era esperar unos días a ver si abrían la de Manali, porque la tercera alternativa que era volar de vuelta a Delhi, resultaba imposible por la larga lista de espera.
Indio sij en su comercio de tinte de textiles
Haciendo... ¿Queso?
Una de las muchas panaderías
Haciendo chapati
DIA 5. DE PASEO CON NUESTROS AMIGOS ITALIANOS
El mismo día que llegamos a Leh, lo hicieron también Simona y Diego, una pareja de Turín que se alojó en nuestro misma guesthouse. Desde el principio tuvimos buen rollo con ellos y es que con los italianos siempre hacemos buenas migas, el carácter latino. Simona y Diego querían hacer un recorrido por los monasterios de la zona parecido al que nosotros habíamos realizado unos días antes. No nos importó repetir algunos lugares y nos apuntamos con ellos.
Alquilamos un taxi entre los cuatro para todo el día y creo recordar que nos costó menos de 20€. Primero paramos junto a la "colina magnética". Si dejas el coche en punto muerto en este tramo de carretera, da la sensación de que asciende poco a poco. Según cuentan, este fenómeno se debe a que la montaña atrae al coche por su carga magnética, aunque está claro que es tan solo un efecto óptico.
Más tarde nos dirigimos al Monasterio de Likir. La carretera va zigzagueando paralela al río Indo por un paisaje árido pero precioso. En ese trayecto nos encontramos a un ciclista que viajaba con sus alforjas y aún viendolo sufrir ascendiendo por estas montañas, no pude sentir más que envidia. Llamadme masoca, pero una vez que pruebas viajar en bici el difícil desengancharse. Llegamos al Monasterio Likir, uno de los que todavía no habíamos visitado. No estaba mal pero cuando ya has visto cinco monasterios, el sexto como que no te entusiasma demasiado. Lo único que lo diferenciaba de los anteriores era la enorme figura del Buda Maitreya. Después nos dirigimos al Monasterio de Alchi uno de los más famosos Ladakh y con razón. A pesar de que ya empezábamos a estar saturados de monasterios, este nos gustó mucho más por ser diferente a los demás. Una de las diferencias es que no está enclavado en lo alto de una colina sino en llano entre montañas y el rio. Nos dió la sensación que no estaba tan restaurado como otros y las pinturas de su interior eran espectaculares.
En la "colina magnética"
Río Indo
Monasterio de Likir
Buda Maitreya en el Monasterio de Likir
Buda Maitreya en el Monasterio de Likir
Puente sobre el río Indo
Monasterio de Alchi
Monasterio de Alchi
Después de estos dos monasterios, comenzamos a visitar los que ya habíamos visto un par de días antes, pero aún así descubrimos lugares nuevos. Lo mejor hacerlo junto a Simona y Diego, nos reímos mucho con ellos. Por cierto, no hemos comentado nada sobre el viaje de nuestros amigos italianos. Resulta que Simona y Diego, comenzaban en la India, un viaje por el mundo sin billete de vuelta y no hay cosa que nos pueda dar más envidia. Después de visitar la India por unos meses, querían viajar por el resto de Asia y dirigirse hacia Australia donde tienen la esperanza de trabajar y quizás asentar su vida.
Con Simona y Diego en la terraza del Monasterio de Hemis
Monasterio de Hemis
Monasterio de Hemis
Haciendo un alto en la jornada laboral
Monasterio de Tikse
Monasterio de Tikse
Monasterio de Tikse
DIA 6. LEH.
Nuestro último día en Leh lo dedicamos a pasear sin rumbo fijo por el pueblo en compañía de Simona y Diego. Visitamos de nuevo la parte antigua de la ciudad y subimos a la Shanti Stupa por su escalera de 500 peldaños. Si ya es duro subir una escalera de ese tamaño en un emplazamiento normal, imaginad lo que es ascender casi a los 4.000 metros de altitud. A pesar de estar ya bastante adaptados a la altura, tuvimos que hacer varios descansos para tomar aire. Cuando llegamos a la estupa, nos encontramos con que estaban rodando una escena de una película de Bollywood.
Simona y Merce callejeando por Leh
Subiendo los 500 escalones hasta la estupa
Vistas desde la Shanti Stupa
En pleno rodaje de una escena de Bollywood
Una de las actrices y el equipo de rodaje
Shanti Stupa
Shanti Stupa
Por las calles de Leh
Al fin buenas noticias, se había reabierto la carretera de Manali así que podíamos salir de nuestro cautiverio tibetano. Con esto no quiero decir que no disfrutaramos en Ladakh, pero vivimos unos días de incertidumbre que nos hicieron estar más preocupados de lo normal. Definitivamente era imposible salir por la carretera de Srinagar, que todavía permanecía cortada, así que perdimos el vuelo que teníamos reservado de Srinagar a Nueva Delhi. Lo bueno es que la compañía aérea india "Indigo " da la opción de cancelar el vuelo por su web y recuperar la mayor parte del dinero, de esto podrían aprender las compañías europeas.
Simona y Diego tenían ya reservadas plazas en un microbus para salir dos días más tarde hacia Manali pero cambiaron sus billetes para venir con nosotros al día siguiente, creo que después se arrepintieron bastante, pero eso ya es otra historia.
En la agencia de Leh comprando los billete de bus a Manali. Esa sonrisa se me borraría al día siguiente
Nuestros amigos italianos son miembros de una ONG italiana que colabora en la construcción y mantenimiento de un hospital en Leh. Nos invitaron a acompañarlos hasta el hospital y visitarlo. A nuestra llegada nos recibió un Lama ya conocido por Simona y Diego, incluso había estado de visita en Italia y por media Europa. El hospital tenía buenas instalaciones pero no había ni enfermos ni personal sanitario en esos momentos. Al parecer solo pasan consultas determinados días, a nosotros nos dejó bastante mosqueados, será que somos un poco malpensados.
Para cenar quedamos con el Lama en un restaurante típico tibetano que nos recomendó. Simona habla inglés bastante bien y nos pudimos comunicar con el Lama de una manera aceptable; nos contó historias muy interesantes sobre la vida y costumbres de Ladakh.
De visita por la nueva zona de construcción del hospital. Con Diego, Simona y el Lama
DIA 7. ESQUIVANDO A LA MUERTE
Pasarán treinta o cuarenta años y siempre recordaremos el día que estuvimos cerca de la muerte en las montañas de la India. Quizás creais que estamos exagerando pero os aseguro que no es así. No nos consideramos ávidos aventureros, pero si hemos tenido bastante experiencias, sobre todo en Asia, con conductores digamos...suicidas, pero lo que pasó en estas montañas nunca lo habíamos vivido, y esperamos no repetirlo nunca.
A la 00:30 de la noche nos encontrábamos, junto a Diego y Simona, en el centro de Leh esperando a que llegara nuestro transporte con destino Manali. Realmente eran tres los microbuses que partían ese día y ya sabíamos que no íbamos en el mismo que nuestros amigos italianos; mala suerte. Nuestro vehículo llegó a la plaza donde lo esperábamos y lo primero que hice fue echarle un vistazo a las ruedas, hubiera sido mejor ni mirarlas. Se encontraban totalmente lisas, sin dibujo alguno, y se suponía que pasaríamos por carreteras mojadas y caminos embarrados por las lluvias de los días anteriores. Cuando vimos llegar el microbus de Simona y Diego nos "sentimos afortunados", todavía se encontraba en peores condiciones que el nuestro.
No entiendo porqué la salida se hace a la 01:00 de la madrugada cuando se supone que el viaje dura entre 11 y 15 horas, pero conociendo a los indios me imagino que es para volver ese mismo día de regreso a Leh y sin cambiar de chofer. Nuestro conductor no tendría mucho más de 20 años y si sigue haciendo esta ruta y conduciendo así, no creo que llegue a las 25 años vivo, y no lo digo en broma. Mi teoría es que los hindúes, creyentes en la reencarnación, no tienen miedo a la muerte, asi que si tienes una vida miserable te tiras por un precipicio con un autobús lleno de guiris y "Game Over"; "Insert Coin", nueva partida, y a ver si en mi próxima vida tengo mejor suerte y me reencarno en un playboy millonario.
Partimos de Leh en una noche cerrada, las primeras horas las pasamos tranquilos a causa de nuestra ignorancia, no podíamos ver lo cerca de los precipicios que circulaba nuestro microbus. Nos encontrábamos en lo alto de una montaña cuando amaneció. Desde allí arriba se divisaba un campamento y una carretera de tierra que bajaba zigzagueante hasta él. Como si de un videojuego suicida se tratara, el autobus fue lanzado a tumba abierta hacia el campamento. El conductor aceleraba a tope y justo antes de llegar al precipicio que había detrás de cada curva, frenaba. No sabíamos si cerrar los ojos y hacernos los dormidos para esperar el fatal desenlace o dejarlos abiertos para ver el increible vuelo de un autobús. Durante los primeros 100 kms cruzamos el Taglang La, a 5.328 mts. de altura; dicen que es el segundo paso de montaña para vehículos más alto del mundo, después del Khardung La 5.603 mts, también en Ladakh. Durante estos días nos hemos adaptado bien a la altura, no sentimos nada extraño al subir a más de 5.000 mts, ni dolor de cabeza, ni mareos.
Carretera entre Leh y Manali. Cerca de 500 kms cruzando por varios pasos de alta montaña. Taglang La - 5.328 mts,
Lachulung La - 5.059 mts, Baralacha La - 4.890 mts y Rohtang La - 3.980
mts
En el autobús ibamos 11 extranjeros y 4 indios que ocupaban los asientos traseros, con tan mala suerte que nos tocó sentarnos justo delante de ellos. No somos precisamente muy delicados para viajar, ni es la primera vez que lo hacemos en este tipo de transportes y mucho más apretujados, pero por si el chofer suicida no era bastante castigo, ahí estaban nuestros cuatro amigos indios, que además de que echaban un tufo de no haberse lavado en dos semanas, no paraban de tirarse peos, estornudarnos en el cogote, aspirar sus mocos hasta lo más profundo de sus entrañas y pegar golpes en el respaldo de nuestros asientos, vamos... un viaje de auténtico placer.
Era el primer día que abrían la carretera de Leh a Manali después de las inundaciones de los días anteriores. Los indios no necesitan nada más que un hueco por donde pueda pasar un camión Tata para reabrir la carretera, por muy mal que se encuentre. Si esta carretera normalmente está en un estado bastante lamentable, imaginad el barrizal que había en los tramos que no estaban asfaltados, yo no me hubiera atrevido ni a cruzarlos en un tractor y lo hicimos en un autóbus sin dibujo en las ruedas. El peor momento del viaje y puedo decir que también de nuestras vidas, sucedió cuando, ya casi llegando a Manali, ascendimos el Rohtang La, un paso de montaña a 4000 mts de altura. Comenzó a llover sobre mojado en este lodazal cuando empezamos a subir el puerto; una niebla tenebrosa lo inundaba todo. La niebla no era tan espesa como para tapar una horrible visión, al menos cuatro camiones despeñados en los profundos precipicios, la mayoría de ellos eran cisternas de gasolina y por el estado de los vehículos, no parecía que esos accidentes hubieran sucedido hace demasiado tiempo. Pero lo peor llegó cuando nos encontramos un camión tumbado enmedio del camino. Como venía otro camión de frente y no había suficiente paso, nuestro autobús pegó sus ruedas al mismo borde del precipicio para que el otro pasara. Como casi no había hueco, el camión se subió un poco en el peralte del camino y en ese momento se puso a dos ruedas y estuvo a punto de caer sobre nuestro autobús, lo que nos hubiera precipitado hacia el abismo y a una muerte segura. Todos gritamos de miedo, menos los indios que se reían. Una chica holandesa, que se sentaba junto a nosotros, se puso histérica y se fue hacia el conductor gritándole que la dejara salir del autobús, el conductor se reía y los otros indios también. En ese momento pasó otro camión que también se quedó bamboleándose sobre dos ruedas y a punto estuvo de caer sobre nosotros. La histeria se hizo colectiva, y Merce y yo nos fuimos hacia el conductor para que nos abriera la puerta. Al principio no quería abrir, pero le empecé a gritar y al final nos dejó salir. Detrás de nosotros salieron los demás pasajeros del autobús, salvo el conductor y los cuatro indios que se descojonaban. Le dijimos al conductor que lo esperábamos al otro lado del obstáculo, y comenzamos a caminar bajo la lluvia y la niebla por el camino embarrado. En ese momento pasó por el lugar un camión del ejercito y abrieron los ojos como platos al ver caminando a un grupo de guiris por semejante lugar. Cuando volvimos de nuevo al autobús le echamos la bronca al gilipollas del chofer, que pudo haber parado unos metros antes del obstáculo donde si había hueco para que pasaran los dos vehículos, pero como a esta gente le importa una mierda su vida y la de los demás, se echa una sonrisa y a seguir. Durante los siguientes kilómetros nadie hablaba, se notaba la tensión y el miedo. Seguíamos subiendo por ese camino estrecho embarrado y cruzándonos con camiones por precipicios infernales. Al fin llegamos a lo alto del Rohtang La y aunque la bajada también era de infarto, la carretera estaba asfaltada. También parece que a nuestro conductor le había hecho efecto la bronca y no iba tan rápido.A las seis de la tarde, y tras diecisiete horas del peor viaje de nuestra vida, llegamos al fin a Manali, solo me faltó besar el suelo a la llegada, pero besar el suelo en la India es pillar una infección segura. Hace ya un tiempo, en el canal de televisión Xplora,
emitieron un programa llamado "Carreteras del infierno". El que lo haya
visto recordará como se cruzaban los camiones en una carretera minúscula
del Himalaya sin apenas espacio y hacían maniobras con las ruedas a
centímetros de precipicios de cientos de metros de altura. La carretera
de Leh a Manali era una de esas carreteras el infierno que salían en el
programa. Para que os hagais una idea del miedo que pasamos este día, os
pego AQUÍel trailer del programa, aunque creo que nosotros pasamos por lugares aún más peligrosos de los que salen en el video.
Durante el trayecto entre Leh y Manali hicimos amistad con una pareja, Fabio (italiano) y Ana (lituana). Fabio se dedica a importar pasminas indias a Europa y habitualmente viaja a la India por motivos de trabajo, aunque esta vez lo hacía por "placer", por llamarlo de alguna manera. Ana sufrió mucho durante el viaje, incluso rompió a llorar en varias ocasiones. Aunque en principio habíamos quedado con Simona y Diego para alojarnos juntos en Manali, no nos pudimos encontrar con ellos en la estación de autobuses, así que Fabio y Ana nos propusieron compartir taxi y quedarnos en el hotel donde ellos se habían alojado días antes. Después de ducharnos y descansar un poco en la habitación, salimos a cenar con nuestros nuevos amigos. Nos llevaron a un restaurante de comida tibetana que ellos conocían, la verdad que la comida estaba buenísima. Tan solo bebimos un par de cervezas mientras cenábamos, pero creo que a causa del cansancio y al subidón que teníamos por haber sobrevivido a un día infernal, se nos subieron enseguida a la cabeza. Después de cenar nos encontramos con Simona y Diego, que según nos contaron, habían pasado aún peor viaje que nosotros. Su microbus estaba más hecho polvo que el nuestro, lleno de tierra en su interior y tuvieron que sentarse, apiñados entre equipajes, en los asientos traseros, además también tuvieron algún susto de muerte. Nos despedimos con abrazos de ellos, deseándoles buena suerte en su gran viaje. Creo que fuimos demasiado empalagosos en la despedida y se dieron cuenta que ibamos alegres de más.
Ahí van las fotos. No hay de los momentos más tensos, bastante teníamos con no ponernos a llorar.
Nuestro microbus suicida en el primer campamento donde paramos.
Eso si, los paisajes son alucinantes
Paramos en varios controles policiales donde revisaban nuestros pasaportes. Esta es una zona caliente, las fronteras de Pakistan y China están muy próximas.
Parada para desayunar
Enmedio de ninguna parte se montan estos campamentos que hacen las veces de area de servicio. En invierno los desmontan ya que la carretera se encuentra cerrada.
Segundo campamento donde paramos
El típico y colorido Tata indio, fabricado para alcanzar la reencarnación.
Una muestra más de que algunos indios no dan mucho valor a su vida. Sacando gasolina mientras fuma un cigarro.
DIA 8. ABANDONANDO EL HIMALAYA
Fabio y Ana nos propusieron compartir viaje en taxi hasta Chandigarh, 300 kms al sur de Manali, para desde allí tomar otro transporte hasta Nueva Delhi. Además encontramos un vuelo de Chandigarh a Nueva Delhi por tan solo 25€, así que no dudamos en comprarlo. El taxista vino a recogernos al hotel y lo que creíamos que iba a ser un viaje tranquilo se convirtió en una nueva carrera de obstáculos, aunque no tan suicida como el día anterior. Lo bueno que a este lo llevábamos más controlado y podíamos parar cuando nos apeteciera.
Llegamos a Chandigarh en siete horas. Fabio y Ana habían hecho, con otro taxista, este mismo recorrido y tardaron once horas, así que ya podeis imaginar como conducía el bicho. La forma de conducir india es muy peculiar, ellos
empiezan a adelantar casi sin mirar y a pitar, da igual que sea en una curva sin visibilidad. Si el vehículo que viene de frente es más pequeño que tu,
normalmente se aparta, si es más grande ve frenando y haciendote a un
lado porque él no lo va a hacer. Nuestro taxista cumplía esto a rajatabla, y al final hasta te acostumbras.
Llegamos sanos y salvos a Chandingarh, dicen que es una de las ciudades más modernas y limpias de la India, fue diseñada por un arquitecto suizo en el año 1951. Nosotros solo conocimos la periferia y nos pareció igual de caótica que otros lugares de la India, supongo que el centro será diferente.
Desde Chandigarh tomamos el vuelo que nos dejó en menos de una hora a Nueva Delhi, un lujazo.
Fabio comprobando como la rueda casi tocaba la llanta. Paramos a arreglarla.
Preciosos paisajes pero a la velocidad que íbamos pocas fotos pudimos hacer
DIA 10. DE REGRESO A NUEVA DELHI
Después de dos días de transportes infernales, no nos apetecia hacer mucho, solo recuperarnos y pasear sin rumbo por Old Delhi. Al igual que el primer día, nos alojamos en el Hotel Cabana Paharganj.
Descubrimos un restaurante bueno, bonito y barato no muy lejos del hotel. El Sam´s Restaurant se encuentra en la parte baja del Hotel Vivek, es similar a un pub occidental y la comida es excelente. Si pillas una mesa junto a la ventana puedes estar fresquito mientras ves pasar ante ti lo más parecido a un documental de la 2. El Sam´s estaba lleno de guiris neohippies a los que al parecer también les gustan los restaurantes no tan "auténticos", y es que un buen aire acondicionado y una cerveza fresca doblega a cualquiera.
Niños al cole en un cicloricksaw
Documental en vivo
Vistas desde el Sam´s Restaurant
Las calles de Delhi nunca te dejan de sorprender
DIA 10. TREN A AGRA
Una de las ventajas de alojarse en el barrio de Paharganj es que puedes ir andando hasta la estación de tren de Nueva Delhi, la más importante de la ciudad. Eso si, cada vez que salgas a la calle serás ametrallado constantemente con ofertas para comprar baratijas, coger un ricksaw o entrar en un restaurante donde la grasa de la cocina tienen vida propia.
Aunque el tren a Agra salía a la cinco de la tarde, nosotros estábamos allí una hora antes, y es que queríamos llegar con el tiempo suficiente para buscar nuestro tren. Para llegar hasta el andén adecuado primero tuvimos que esquivar a los habituales cansinos buscavidas que te esperan a la entrada y luego preguntar a la gente normal que te ayuda siempre gustosamente.
Estación de Nueva Delhi
La India te puede gustar o no, pero nunca te dejará indiferente
Buscando nuestro tren a Agra. No todos los indios son cansinos y buscavidas, solo tienes que preguntar a la persona adecuada y te ayudara en todo lo que pueda.
¿Si ocurriera un accidente, podría escapar alguien de estos vagones jaula?
Hay varias clases de vagones, nosotros compramos AC2 tier, que es la segunda clase con aire acondicionado. Son compartimentos de 4 literas que se pueden cerrar con unas cortinillas. No es que sean de lujo pero están bastante decentes, incluso te dan ropa de cama limpia y tienen enchufes.
Cuando entramos al vagón, había varias personas tumbadas en nuestras literas pero al vernos se marcharon rapidamente. Nuestros compañeros de compartimento eran dos hombres de negocios, representantes de la marca de motocicletas Hero, empresa india asociada con Honda Motors. Nunca habíamos escuchado nada de esta marca, pero al parecer es famosa en la India. Algunos indios hablan bien inglés, y con nuestro nivel de inglés-panocho pudimos comunicarnos bastante decentemente con ellos. Estuvimos hablando casi todo el trayecto con nuestros compañeros de litera, bueno... sobre todo con uno de ellos, que tenía cuerda para rato. Al final nos hicimos los dormidos para que se callara un poco.
Lo indios son muy curiosos con los extranjeros y creo que a causa de la superpoblación, su percepción de la intimidad es totalmente diferente a la occidental. Nuestro nuevo amigo nos acribilló a preguntas que en España no se te ocurriría hacer a alguien que acabas de conocer. Una de las primeras preguntas es sobre el salario que ganamos, el nos dijo que ganaba 12.000€ al mes, e hicimos como que nos lo creíamos. Otra pregunta más normal es sobre si nos gusta la India, por supuesto que les contestamos que si, aunque a día de hoy todavía no lo podríamos afirmar categoricamente.
En nuestro compartimento
Compañeros de viaje. El más pequeño hablaba por los codos.
Tras tres horas y media de viaje llegamos a Agra, donde en teoría nos iba a recoger el taxista del hostal que habíamos reservado esa misma mañana por Booking.com. Supongo que fue muy precipitado y no leyeron el correo que les enviamos, pero no había nadie esperándonos. Ya nos veíamos luchando con una jauría de taxistas, pero por suerte en el exterior de la estación había una caseta de pregago con los precios oficiales.
Durante el trayecto al hostal el taxista nos ofreció hacer al día siguiente la excursión al Taj Mahal, Fuerte Rojo y pequeño Taj Mahal(Mausoleo de Itimad-Ud-Daulah), con guía incluido por 1000 rupias, unos 13€. Seguro que lo podríamos haber sacado por menos, pero cuando nos ofrecen un precio que nos parece justo no nos gusta regatear.
Nos quedamos en el Aman Homestay, por unos 20€. Muy recomendable, regentado por una familia muy amable. La dueña cocina fenomenal y nos lavaron la ropa sin cobrarnos nada.
DIA 11. TAJ MAHAL, FUERTE ROJO Y MAUSOLEO DE ITIMAD-UD-DAULAH.
Todavía de noche nos recogió en el hostal el taxista junto con el guía, para llegar con tiempo de sobra y ver el amanecer en el Taj Mahal. En menos de veinte minutos nos plantamos en la entrada al complejo. Desde fuera no se ve el monumento, asi que cuando cruzamos la puerta y apareció ante nosotros esa impresionante mole de marmol blanco, nos quedamos con la boca abierta. Cualquier fotografía que hayamos visto antes no le hace justicia.
Cuenta la historia, o mejor dicho... leyenda, que el emperador musulman mogol Shah Jahan, construyó el Taj Mahal como mausoleo de su cuarta esposa Mumtaz Mahal, la cual falleció al dar a luz a su catorceavo hijo. Esto lo venden algunos como la mayor historia de amor jamás contada. Se ve que no soy muy romántico o se me escapa algo. A mi me parece que un tio que tiene cuatro esposas y a su favorita la tiene pariendo como una coneja hasta que se muere, no es que sea el sumun del romanticismo.
El Taj Mahal está incluido dentro de las nuevas siete maravillas del mundo, creo que justamente. La lista fue confeccionada en el año 2007 por una empresa privada mediante votaciones a nivel mundial a través de email y SMS, así que un tío, lo suficientemente aburrido, podía votar cientos o miles de veces a su lugar favorito. Por supuesto los paises con más habitantes y más tecnología tenían más posibilidades que los pobres camboyanos, que a pesar de poseer una de las maravillas indiscutibles, los templos de Angkor, solo mereció el puesto número 15, pasándole por encima El Cristo Redentor de Río de Janeiro. Para flipar!!
Cerca de la entrada al Taj Mahal.
Por fin en el Taj Mahal, un sueño cumplido
Emplazamiento privilegiado junto al Río Yamuna
Había bastante gente, pero no tanta como nos imaginábamos
Peregrinos visitando el monumento
Duelo de fotógrafas
Aunque nos suele dar cierto reparo hacer fotos a la gente, los indios se ofrecen sin problemas
Cualquier cosa es posible en India
Despúes de visitar el Taj Mahal volvimos al hostal a desayunar y descansar un poco, y más tarde regresaron a por nosotros para ir al Fuerte Rojo de Agra. Después de ver el Taj Mahal pensábamos que el Fuerte Rojo nos sabría a poco, pero sin duda nos sorprendió gratamente, es mucho más bonito que el de Nueva Delhi.
Entrada al Fuerte Rojo
Interior del Fuerte Rojo de Agra
Vistas del Taj Mahal desde el Fuerte Rojo
Interior del Fuerte Rojo
No solemos contratar muchos guías en los viajes, el motivo principal no es por tacañería (que también) sino porque nos sentimos más cómodos yendo a nuestra bola. Esta vez llevamos guía incluido en el precio del taxi y la verdad que no nos arrepentimos, nos explicó todo perfectamente e incluso nos entendimos bastante bien con él a pesar de nuestro inglés. No recuerdo el nombre del guía, era musulmán porque nos enseñó una foto de su mujer tapada hasta los ojos. Como buen indio dedicado al turismo, a mitad de la visita nos dijo que es de buen guiri darle una propina al guía, que aunque en el precio del taxi va todo incluido... mire usted que tengo churumbeles y que tal y cual, pero no se lo diga al taxista y así me quedo yo toda la propina. Vale machote, con un par!!
Con nuestro guia, que nunca se dirigía a Merce
Impresionante Fuerte Rojo
Después de visitar el Fuerte Rojo fuimos al Mausoleo de Itimad-Ud-Daulah, conocido para los guiris como el pequeño Taj Mahal. Nos gustó muchísimo el monumento y sus jardines, además con la poca afluencia de turistas se respiraba tranquilidad y eso en Agra es todo un lujo. Perdonad si contamos poca cosa sobre la historia de los lugares que visitamos pero es que no nos motiva explicar lo que está más de mil veces escrito en internet.
Por cierto, olvidé contar lo que nos pasó en el Fuerte Rojo con un joven indio, que toco a Merce en sus partes nobles y salió corriendo despavorido. Yo arranque a por él pero Merce me agarró para que no fuera, que no merecía la pena. El guía nos preguntó como era el chaval y desapareció. Al poco vinieron cinco policías con el chico, que se había cambiado de camiseta pero llevaba los mismos pantalones de chandal. Al principio dudamos si era él, pero cuando dijo que dejó la mano suelta y le dió sin querer, se delató. Delante nuestra se llevó un par de guantazos por parte de la policía, y cuando se lo llevaron a saber como lo pusieron. Para quedar bien podríamos decir que nos dió pena, pero después de conocer que cada 20 minutos es violada una mujer en la India, a lo mejor este tío aprende algo a base de tortazos.
Mausoleo de Itimad-Ud-Daulah
Mausoleo de Itimad-Ud-Daulah
Mausoleo de Itimad-Ud-Daulah
Asomándome al pestilente rio Yamuna.
Cualquier lugar es bueno para echar una siesta
DIA 12. DE VUELTA A NUEVA DELHI
Regresamos de nuevo a Nueva Delhi en tren y nos alojamos otra vez en el Hotel Cabana Paharganj. Tras pasar por tercera vez por la capital de India uno se va "acostumbrando un poco"... a los pitidos sin sentido de cualquier tipo de vehículo, a los cansinos que dicen querer practicar inglés con el guiri y lo que realmente pretenden es llevarte a la tienda de su primo, a esquivar pestilentes charcos de meados (humanos o de otros animales), a que te aborden por la calle cada dos minutos para que compres algo que no te llevarías ni gratis, a los cansinos conductores de ricksaws...etc, etc. Bueno... sinceramente no creo que un occidental en su sano juicio se pueda acostumbrar nunca a esta ciudad, ni aún viviendo en ella 20 años. Durante nuestra estancia en el Barrio de Paharganj, y otros lugares turísticos de la India, utilizamos la técnica del guiri zombie, hacer como si no ves ni oyes a nadie. Se trata de ir caminando por la calle, normalmente con la vista perdida al frente, y hacer oídos sordos a cualquiera que te pregunte "Where are you from?" o "Italiano?...Español?" "Real Madrid?...Barcelona?", y es que preferimos parecer estúpidos a perder el tiempo con las chorradas de algunos indios que al final lo único que quieren es sacarte unas rupias. Una mañana caminábamos, sin prisas, buscando la Plaza
Connaught, cuando nos abordó un chico joven diciéndonos que era
estudiante de inglés y que quería practicar con nosotros. Nos habían entrado ya muchas veces con la misma monserga y casi siempre les contestamos en
español, haciendo como si no tuvieramos ni idea de inglés, algo que no es difícil de simular por nosotros. Esta vez, supongo que por su cara de niño, le seguimos el rollo, aún sospechando que probablemente quería sacarnos algo. Le dijimos que ibamos a la Plaza Connaught y el se ofreció a acompañarnos. Le insistí que no le iba a pagar nada y que no iba a entrar a ninguna tienda. Se lo dije mas de diez veces para que lo tuviera claro y el me aseguró otras tantas que solo quería hablar inglés con un par de guiris. En la anterior ocasión que visité Nueva Delhi, fui a la Plaza Connaught y recordaba el camino desde Paharganj, pero no se como el chaval me llevó por otra calle asegurándome que era un atajo. Con la mosca detrás de la oreja le volví a repetir que no iba a entrar en ninguna tienda y el me volvió a insistir en que solo quería practicar inglés. El chico al menos tenía buena conversación y tras un buen rato hablando con él nos dimos cuenta que estábamos tardando demasiado para llegar a la plaza y paramos en seco para darnos la vuelta. Entonces va el tío y nos dice que falta poco para llegar a la tienda de su amigo que solo tenemos que entrar, que no hace falta comprar nada. ¿A ver chaval, qué parte de "no vamos a entrar a ninguna tienda" no has entendido? Y es que los indios son diferentes hasta en esto a los cazaturistas de otros paises asiáticos, por mucho aunque les insistas que no van a sacar nada, ellos nunca dan su brazo a torcer, son desesperantes.
Un oasis en Delhi, nuestro querido Sam´s Bar and Restaurant
Las siguientes fotografías fueron tomadas durante un pequeño paseo por Old Delhi. Esta ciudad te puede gustar o no, pero nunca te dejará indiferente.
Por las calles de Old Delhi
Muchos niños van al colegio en cicloricksaw
DIA 13. QUTAB MINAR, TEMPLO DEL LOTO y TUMBA DE HUMAYUN
El último día completo en Nueva Delhi lo dedicamos a hacer un poco de turisteo por la ciudad. Por la mañana visitamos el Qutab Minar, Patrimonio de la Humanidad. Este imponente minarete de 72 metros de altura y 14 metros de diámetro, es el monumento islámico más antiguo de Delhi.
En las fotografías no se aprecia la grandiosidad del monumento
Grabados espectaculares
72 metros de altura y 14 metros de diámetro, no está mal para un minarete construido hace 800 años. Es la torre de arenisca más alta del mundo.
Aparte del Quatab Minar en el complejo hay dos mezquitas.
Al fondo el Pilar de Hierro, el único resto que se conserva del antiguo templo hinduista del Siglo VI. A pesar de sus 1600 años de antiguedad no se le aprecia ningún signo de corrosión.
Esta es la base del Alai Minar, otro minarete que se quedó a medio construir. La idea era hacerlo mucho más alto que el Qutab Minar.
Tumba de Iltutmish
Esta familia nos pidió que les hicieramos una foto con nuestra cámara. Después se la enseñamos y se quedaron con cara de portero goleado. No se si esperaban que se le imprimiera al instante, porque email no tenían.
Merce como siempre haciendose fotos con sus fans
Desde el Qutab Minar tomamos ricksaw y metro al Templo de Loto, siempre con el cansino regateo, por supuesto. Aunque su verdadero nombre es "Casa de culto de Bahai" este edificio es popularmente conocido como el Templo del Loto, por su semejanza a esta flor. Fue construido en el año 1986 y sus espectaculares 27 pétalos de marmol recuerdan bastante a la Opera de Sidney. El templo pertenece a una religión llamada Bahaismo, de la que no habíamos oido hablar en nuestra vida. Los creyentes del resto de religiones son invitados a rezar en él. En el interior solo hay unos bancos de madera y un altar, pero ningún simbolo de deidad, ni de religión alguna.
Templo del Loto
Alrededor del templo hay nueve piscinas, número esencial en el Bahaismo.
Tras pasar mucho calor en el templo de Loto, volvimos al hotel a descansar un poco y a tomar una sesión de siesta y aire acondicionado.
Era nuestra última tarde en Nueva Delhi y aún nos quedaba algún lugar que visitar. La verdad que estábamos bastante perezosos pero era una lástima no ir a ver la Tumba de Humayun, así que aunque ya era bastante tarde, hicimos el esfuerzo y tomamos el metro y un ricksaw para llegar tan solo 15 minutos antes del cierre. Nos alegramos de haber hecho el esfuerzo de venir ya que el edificio principal era impresionante y, salvando las distancias, se parecía bastante al Taj Mahal, aunque deberíamos decir lo contrario, porque al parecer el estilo de construcción fue copiado por los arquitectos del mausoleo de Agra.
Durante la visita a la Tumba de Humayun eramos los únicos extranjeros y en muchas ocasiones, al darnos la vuelta de repente, pillábamos a los indios haciéndonos fotos con el movil. Era gracioso ver como algunos disimulaban como si estuvieran fotografiando otra cosa, cuando detrás nuestra no había nada.
Otro monumento Patrimonio de la Humanidad, y ya van unos cuantos en este viaje.
Merce siempre triunfando
En el complejo podemos admirar otros edificios como la Tumba de Isa Khan.
De vuelta a Paharganj utilizamos de nuevo el metro. El metro de Nueva Delhi parece el único lugar limpio en esta ciudad, y si no fuera por los viajeros, nos parecería estar en cualquier metro Europeo. Como en cualquier metro del mundo, los vagones van bastante llenos y aunque en todos hay sobones, los indios tienen fama de "arrimar cebolleta". La solución es fácil, arrimas cebolleta a tu pareja y asunto arreglado, el único fallo es que mi culo quedó desprotegido.
El moderno metro de Delhi tiene vagones solo para mujeres con el fin de evitar el "arrime de cebolleta"
DIA 14. FIN DE VIAJE
Nada que contar del último día. Taxi al aeropuerto y vuelo con escala en Dubai, esta vez sin retrasos.
INDIA, LA AMAS O LA ODIAS.
Cuantas veces habré leído esta afirmación sobre la India. La verdad que es un país que en muchas ocasiones te desespera y aunque entendemos bastante más alos "odiadores" que a los perdidamente enamorados, creemos que no todo es blanco o negro. Unos meses después de nuestro regreso, pregunté a Merce si algún día le gustaría volver a la India y sin dudarlo me contestó que si. No me esperaba una respuesta tan rápida y segura por su parte, aunque yo pensaba exáctamente lo mismo. La verdad que hemos pasado algunos momentos de..."que coño hacemos aquí", pero el lema turístico del país "Incredible India" es más que acertado. Es un país único y una explosión para los sentidos. En un mundo cada vez más globalizado, la India te puede sorprender con imágenes que te hacen volar a épocas pasadas y eso la hace auténtica e irrepetible. Lo que si tenemos claro es que si algún días volviéramos, viajaríamos por mucho más tiempo y quizás por la zona sur, donde al parecer la gente es más tranquila.